Hoy voy a hablar de tres webcómics a los que estoy enganchado ahora mismo. Los tres son muy diferentes entre sí, y me gustan por motivos muy distintos, pero creo que todos tienen en común algo: demuestran que la red es ya un camino sólido para hacer cómics de calidad.
El primer de ellos es Esto se ha hecho mil veces, de Xabi Tolosa. Se publica en su blog dos o tres veces por semana, y lo descubrí hace poco, cuando descargué y devoré de una sentada su primera temporada. Lo que hace Tolosa podría encuadrarse dentro del humor costumbrista, pero tiene ciertas vueltas de tuerca surrealistas que lo hacen muy original. Lo que más me atrae de Esto se ha hecho mil veces es su formato: páginas en blanco que Tolosa rellena sin viñetar, sin preparación previa —aparentemente—. Se lía a dibujar y lo que salga. Incluso se pueden encontrar tachones en los textos, y juraría que los dibujos están hechos a bolígrafo o pilot. El resultado tiene una frescura maravillosa, completamente libre. Sus monigotes engañan: Tolosa sabe dibujar mucho mejor de lo que parece, y además tiene mucha gracia haciéndolo. El texto es el hilo conductor y los dibujos son los apuntes al pie, el contrapunto cómico, el contraste entre intención y resultado. Y cada vez maneja mejor ese equilibrio y consigue ser más divertido: las últimas páginas están siendo excelentes. Recupera la alegre improvisación del chaval que se lía a dibujar por el placer de hacerlo y al tiempo demuestra un sentido del humor y un dominio de sus mecanismos impecable, sabe crear un universo propio alrededor de su persona —porque, sí: es un cómic esencialmente egocéntrico, casi por definición— y además juguetea constantemente con el lenguaje usando flechas, conectores textuales, numeración o utilizando diferentes tipografías manuales para conseguir efectos diversos. Pero no nos perdamos: lo esencial es que uno se ríe a carcajadas con las aventuras de Xabi.
También dentro del costumbrismo podría incluir Un cuerpo humano de Molg H., pero uno muy distinto. Molg H. es cosa seria. Lleva tiempo demostrándolo, y cada cosa suya que cae en mis manos me lo confirma y me hace pensar que tiene dentro más de lo que ya nos ha mostrado. En Un cuerpo humano ejecuta en lo formal casi la antítesis del webcómic de Xabi Tolosa: tipografía mecánica, fea, de ordenador vintage, un estilo de dibujo frío e impersonal, aunque su mano se aprecie, y texturas de 8 bits en blanco y negro y a base de puntos que le dan a las páginas un aspecto tan anacrónico que consigue ser tremendamente moderno. Su portada, dibujada íntegramente a base de diferentes tipos de punto, tiene una belleza rara e hipnótica. Lleva pocas páginas y es pronto para saber a dónde nos lleva —él confiesa no saberlo del todo—, y de momento hay más desconcierto que certezas, lo cual es en realidad su mayor baza. Ha presentado situaciones cotidianas, sobre todo de la vida en pareja, pero pasadas por ese filtro suyo que ya veíamos en Moowiloo Woomiloo y que aquí se vuelve todavía más alienígena. Siempre hay algo que altera la aburrida normalidad, y como no tenemos referentes, todo se vuelve aún más extraño. ¿Quiénes son los protagonistas, si es que los hay? ¿Tienen algo que ver unas páginas con otras? ¿Cómo consigue ese grafismo Molg H.? No lo sabemos, y lo mismo tampoco queremos saberlo. Pero Un cuerpo humano fascina sólo como las cosas que no entendemos del todo pueden hacerlo. Así que también estoy enganchado.
El último webcómic que me tiene loco últimamente es Toby Continued, donde El Hematocrítico y Pablo Ríos recuperan una tira perdida en el tiempo. Hablé aquí de ella cuando se estrenó, pero ahora que he leído ya varias entregas tengo que decir que me parece divertidísima. En este caso el formato es mucho más férreo: strip de cuatro viñetas regulares, inicio, nudo y desenlace en cada una de ellas, que formarán un todo mayor. Cada una es un ejercicio de síntesis bestial, que condensa la información y le da un giro a los tópicos del género negro a lo Rip Kirby o Dick Tracy. Cada entrega termina con una revelación que vuelve completamente del revés la trama, en un «más difícil todavía» que no tengo ni idea de a dónde nos puede llevar, de truculencia en truculencia. Como aquellas tiras, deja siempre con ganas de la siguiente, y estoy seguro de que semejante despiporre acabará teniendo sentido. O no, qué más da, cuando uno se lo pasa tan bien.
Los autores de estos webcómics no podrían ser más diferentes entre sí, y tampoco los propios webcómics. Sin embargo, sí hay algo que los une: la voluntad de hacer algo que les guste primero a ellos, la libertad de dibujar lo que les da la gana sin preocuparse de formato, comercialidad o viabilidad de cualquier tipo. Ni siquiera parecen muy preocupados por definir qué es o no un webcómic, o qué pasará en el futuro con la publicación en papel. Simplemente dibujan y disfrutan, cada uno desde sus motivos, con los medios a su alcance, con sus propias herramientas y pericias. Es la clave de la publicación en internet, y ellos lo han entendido perfectamente.
¡Joder, mil gracias por la mención! Aciertas de pleno con lo de egocéntrico, pero te aseguro que no sé dibujar mejor de lo que hago 🙂
Gracias a ti, me lo paso genial con tu serie! Lo de egocéntrico es en plan bien, ¿eh? Es que tiene que ser así. Y con lo de del dibujo me refiero a que es muy icónico, da igual lo que dibujes que se reconoce, aunque sea con cuatro rayas. ¡Bueno, a mí al menos me pasa!
Yo te recomendaría este… que no sé muy bien lo que es, ni qué pretende, pero a mí me desconcierta y divierte a partes iguales
http://noviembrecomics.com/