Todos tus secretos.

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OJO: Contiene algún spoiler menor de la trama.

Manuel Bartual es una de esas personas a las que quieres que las cosas le vayan bien. Porque es un tío supermajo, claro, pero también porque sabes que si le salen bien las cosas tú disfrutarás con ello. Da la sensación de no poder parar quieto un solo momento, de necesitar dar salida constantemente a sus ideas y materializarlas en proyectos sólidos. No es sólo una persona creativa, sino que también es un currante, lo cual es igual de importante. Ayer estrenó en Madrid su primer largometraje, Todos tus secretos, realizado dentro del marco del proyecto Little Secret Film, que alberga ya varios largos de jóvenes realizadores. El cine independiente y/o low cost puede ser una necesidad o un último recurso en los tiempos anémicos que vivimos, pero lo que deja claro es que ideas, talento y creatividad no faltan. Y que sin pasta se pueden hacer buenas películas; al revés, no tanto.

No sé hasta qué punto Todos tus secretos podría haberse hecho mejor con más medios sin dejar de ser lo que es. O si una productora convencional habría apostado por un proyecto así. Pero eso da lo mismo, en realidad, en el momento en el que uno se pone a verla. Todos tus secretos es una película fresca y transgresora con las normas. Pero lo es de verdad. Yo no había visto algo así nunca, a nivel formal. Porque está rodada —y aquí tal vez queráis dejar de leer si no queréis arruinaros la sorpresa— empleando nueve webcams, cuyas imágenes se simultanean en una multipantalla fraccionada en nueve partes, cada una de las cuales corresponde a un personaje que maneja su portátil. De esta forma, podemos ver a varios de ellos al mismo tiempo, trabajando con el ordenador, tumbado en un sofá al fondo, o haciendo una maleta, mientras que la acción principal, aquélla que el espectador tiene que seguir, se va trasladando de una pantalla a otra e incluso hay algunos juegos interesantes al ver la misma acción desde webcams diferentes. Los cambios aquí, como los apagados de los portátiles, que dejan su parte de pantalla a oscura, claro, están muy medidos, y generan un ritmo muy preciso basado en planos secuencia, sin dejar por ello libertad al espectador para que su mirada pasee por el resto de cámaras al gusto, porque el visionado de Todos tus secretos se pretende activo y participativo. De hecho, estoy convencido de que cada vez que la vea descubriré detalles nuevos.

A partir de esta brillante idea técnica, que Bartual confiesa anterior a la propia historia, toca armar algo convincente y que no se quede en un segundo plano. Yo creo que lo consigue, gracias a un grupo de jóvenes actores —Xabi Tolosa, Rocío León, David Pareja, Lorena Iglesias, Miguel Esteban, Pepón Fuentes, Cristina Gallego, Dani Pérez Prada, Ingrid García Jonsson y Raúl Navarro— que dan vida a un puñado de amigos treintañeros que huye de los esterotipos fílmicos —la guapa, el deportista, el tonto, el friki, ya sabéis— suena natural y veraz, tanto en sus comportamiento como en los magníficos diálogos. Estamos acostumbrados a que en las películas la gente hable como se habla en las películas, pero creo que uno de los grandes méritos de este nuevo cine es el naturalismo de lo oral, recuperar las expresiones y giros reales que todos usamos a diario. Eso no sólo añade realismo y favorece que nos creamos lo que está pasando, sino que inevitablemente consigue que nos impliquemos mucho más, y ya en la primera escena, donde todos los amigos celebran una fiesta, se marca ese tono a través de esas conversaciones banales y superficiales que todos tenemos a diario. Creo que vivimos tiempos en los que necesitamos que la ficción hable de nosotros y de la situación vital que todos estamos viviendo. No sé si para encontrar soluciones, servir de catarsis o simplemente por higiene mental y decoro ético, pero creo que esto es cierto. El plantel de Todos tus secretos es un reflejo fiel de una generación, la del propio Bartual, que es también la mía, y creo que ha sabido captar muy bien nuestras claves. Me gusta mucho, para empezar, cómo refleja la crisis sin subrayarla ni centrar en ella el foco de la narración: parados, trabajadores precarios y Toni, el único protagonista al que no vemos nunca, exiliado en Alemania para poder trabajar.

Más allá de eso, y sin destripar mucho la trama, que al fin y al cabo la película se estrenó ayer, Bartual despliega una historia que se va complicando y cuyos capítulos vamos conociendo desordenados y con muchos agujeros. Comienzan a pasar algunas cosas extrañas con los ordenadores —nada espectacular—, pero eso queda como fondo: lo verdaderamente interesante es cómo se van torciendo las relaciones entre ese grupo de amigos que parecían tan felices y unidos en la fiesta. A través de rencores y tensiones sexuales se van destapando sus miserias, y se compone un retrato generacional que pese al humor de los diálogos, es bastante ácido y poco favorecedor. O no, porque, al final, en el fondo no se debe más que a que nadie es totalmente bueno o completamente malvado, y todos, en un momento dado, podemos hacerle una putada a un amigo, irnos de la lengua o empujar al de al lado por la borda para salvar nuestro propio culo. La pregunta que plantea Todos tus secretos a partir de esa premisa es interesante: ¿es posible, en la era de las redes sociales, mantener nuestros secretos a salvo? Somos una generación que vive en permanente conexión con una red de personas, que ha renunciado a gran parte de su intimidad para exponerla a ese círculo y, en ocasiones, a todos los demás. Pero precisamente porque conocieron otra época, una en la que mentir era mucho más sencillo, existe una grieta entre la realidad virtual, que expone lo que mantenemos oculto —con una ayudita de los fenómenos extraños que mencionaba antes—, y las relaciones reales, convencionales, que necesitan de esos pequeños secretos para poder funcionar. Cuando todo quede expuesto en un inteligente giro final, en realidad nada está resuelto: ahora todos saben lo que piensan los demás del resto y lo que se han hecho los unos a los otros. Si su amistad se tiene que reconstruir, tendrá que ser bajo otras reglas. Quizás Todos tus secretos nos está diciendo que sólo podremos ser sinceros si somos más indulgentes y entendemos que la verdadera amistad debería basarse en aceptar la parte oscura de los demás y de nosotros mismos.


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