Lecturas de la semana (17)

Kafka al completo (Salamandra Graphic, 2024, trad. Esther Cruz Santaella) supone el regreso de Nicolas Mahler al mercado español. El alemán es una debilidad personal, que me gusta siempre, pero, sobre todo, lo hizo en su adaptación de Maestros antiguos (2013) de Thomas Bernhard y con La teoría del arte y la señora Goldgruber (2012). A priori, que se acercara a la figura de Franz Kafka solo podía despertar mi interés; sin embargo, el primer acercamiento me alarmó: ¿una biografía de texto punteada de algunos dibujos? ¿Acaso no estaríamos ante el enésimo intento de explotar una figura cultural a través de un cómic facilón, que resumiera la vida y obra de forma ligerita? ¿Tu quoque, Mahler? Menos mal que la precaución se reveló innecesaria en muy pocas páginas, las que uno tarda en darse cuenta del enfoque personal del autor, del humor retorcido, con un punto surrealista, que Mahler toma de Kafka y amplifica en su recorrido vital. Kafka al completo, en realidad, no tiene nada de completo, sino que traza un retrato parcial, a partir de varios textos, muchos de su gran amigo, Max Brod, centrado en sus neurosis, en sus ansiedades y en sus problemáticas relaciones con las mujeres. Por supuesto, también en sus obras, aunque, con acierto, el libro se ocupa casi exclusivamente de los pocos textos que Kafka publicó en vida, las duras críticas que recibieron y la relación que el autor tuvo con ellos. Kafka, convertido en un monigote de tinta mínimo pero siempre reconocible, se abate ante la vida y se arrastra por las páginas de un libro lleno de momentos de un humor patético, pero que también revela el particular mundo de un raro espécimen de escritor.

Madonas y putas (Garbuix Books, 2024, trad. Regina López Muñoz) también parece abrevar en la biografía, aunque solo se inspira en las vidas de tres mujeres italianas del siglo XX para completar una obra con una tesis clara: el patriarcado sacrifica a las jóvenes que se salen de la norma sexual. Con su característico y expresivo blanco y negro -con algún toque de color puntual-, Antico despliega las tres historias, ricas en símbolos, y se luce en las expresiones y los cuerpos, deforma la realidad y saca punta a lo horrendo, a lo feo. Todo tiene un toque de pesadilla irreal que contrasta con las ambientaciones históricas de cada pieza, y que se ve reforzado por la imaginería religiosa: cada una de las tres protagonistas toma su nombre de una santa popular en Italia. Quizás la obra más madura hasta la fecha de la autora, solo me ha chirriado el abuso de textos explicativos en algunos momentos. Con imágenes tan poderosas y elocuentes, todo funciona mejor cuando las palabras se reducen a lo mínimo.

Monstruo (Astiberri, 2024) de David Muñoz y Andrés G. Leiva también se sumerge en lo feo y lo horrible, con una especie de continuación apócrifa del Frankenstein de Mary Shelley ambientada en la España franquista. Lo que parte del recurso de manual de utilizar al monstruo imaginario para hablar de los monstruos reales se transforma muy pronto en una historia mucho más íntima, en el que el comentario político e histórico nunca opaca la trama ni deviene en obra de tesis. La crítica a la sociedad del franquismo está de fondo, claro, pero el trabajo de los autores se esfuerza mucho más en la psicología del monstruo, a través de sus acciones y sus reacciones, pero también mediante algunas conversaciones con el doctor que lo creó, que suceden en su cabeza. Leiva controla muy bien los espacios -esencial, en esto, el tamaño del libro- y tiene en su tratamiento gráfico y sus cambios de técnicas algo de la escuela de la revista Madriz. La violencia y la ira deslavazan el estilo y reclaman la aparición de colores cálidos, en páginas arriesgadas, que permiten reivindicar la necesidad de lo feo, lo abyecto y lo mal rematado. Monstruo también tiene otra conexión con Madonas y putas, ya que tiene también una intencionada lectura de género. El libro puede interpretarse como una exposición muy incómoda y llena de aristas de la situación de las mujeres en la violenta sociedad de la posguerra, donde las víctimas no cumplen con el programa que normalmente se les asigna.

Entre el cielo y la tierra (Sallybooks, 2023) de Elchinodepelocrespo (pseudónimo de Juan Alcudia) y Manuel Romero nos permite seguir profundizando en las mismas cuestiones. Se trata de un ambicioso libro de terror con un pie puesto en la realidad y otro en un mundo pesadillesco y alucinado, de violencia, sexo y muerte confundidas en un amasijo. Destaca el notable trabajo gráfico de Romero, que ya sorprendió con Goya. Saturnalia (2022), junto a Manuel Gutiérrez. Técnicas mixtas, uso puntual de la fotografía, coloreado informático que acumula capas, con claras influencias de la pintura contemporánea en la que la pincelada tiene un peso específico y se revela deliberadamente al observador. La trama gira en torno a un fotógrafo de guerra fascinado con retratar muertos y todo tipo de atrocidades, que vive una historia de amor con una mujer a la que acaba maltratando brutalmente y que, finalmente, se suicida. Aunque, siguiendo los códigos del género, la mujer atormentará al fotógrafo, en escenas que redimen un poco a la historia de caer en el estereotipo de la víctima de violencia de género que tantas veces vemos en la ficción. Con recursos paratextuales que a veces funcionan mejor -las páginas del diario de la mujer- y otras peor -los insertos de un cuento al comienzo de los capítulos-, lo más interesante para mí de Entre el cielo y la tierra es la crudeza de las imágenes, que parte de una reflexión en torno a qué puede mostrarse, especialmente en lo que respecta a la imagen fotográfica, con llamativas decisiones en este sentido que merecerán un comentario más pausado en otra ocasión.

Ratas (Alpha Cómic, 2024, trad. Alba G. Mora) es una recopilación de los fanzines de Karla Paloma, una autora que he descubierto gracias a este libro, y que ha supuesto un gran descubrimiento, porque es genuinamente graciosa, con un dominio del ritmo y los diálogos tremendo. Practica una especie de derivación del underground clásico, en la genealogía de Julie Doucet, Ulli Lust y otras autoras que abordan la autobiografía desde puntos de vista esquinados y llenos de licencia. Paloma, danesa residente en Berlín, recrea el ya manido ambiente artístico de la ciudad, con toda su precariedad y pochez, pero el tratamiento es bastante original. El personaje protagonista responde a la estrategia, tan propia de la autobiografía punk, de mostrarse como un absoluto desastre, con resultados muy divertidos. Algunos personajes son memorables, como el perro de Karla, o Pablo, un novio artista que se echa. Hay historias mejores que otras, claro, pero el nivel medio es alto. Lo que más me gusta es el tratamiento de temas que en otros contextos dramáticos se tratan mucho en la actualidad, como lo precario, el machismo, las presiones sobre las mujeres para que sean madres -la mejor historia, en mi opinión-, pero lo hace no solo desde el humor, que tampoco es una novedad, sino con una falta de escrúpulos, vergüenza y preocupación por el qué dirán. Y con eso siempre estaré a tope.

Ensayo y teoría

La imagen precaria (La Marca Editora, 2021, trad. Juan Bautista Enseñat) de Jean-Marie Schaeffer es un ensayo desde la estética y la filosofía que usa herramientas semióticas «duras», por lo que resulta una lectura exigente. Aborda la doble condición de la fotografía como índice e icono, pero también se sumerge de lleno en el supuesto valor de verdad de la imagen fotográfica. Me ha resultado muy estimulante como abre un campo de reflexión que se aleja de forma crítica del paradigma benjaminiano y barthesiano, lo que le permite enfocar muchos de los clásicos problemas de este campo de una forma novedosa, centrándose en el receptor y en la importancia de su conocimiento contextual, del que Schaeffer hace depender el valor indicial de la fotografía. Pero también trata diferentes formas en las que la fotografía puede engañar o puede invertir sus valores, legitimando la existencia de algo desconocido o inverosímil, el «impregnante», en términos del autor, que lo prefiere al clásico de «referente». Lleno de ideas, pues es un volumen denso, me parece necesario para un segundo nivel de análisis, una vez que las bases teóricas del conocimiento fotográfico clásico están dominadas.

Elogio de la mirada. En torno a la fotografía (Ediciones Clavoardiendo, 2022) de Carmen Dalmau comparte con el anterior su intención de salir del marco clásico, con una provocativa declaración de intenciones, que pretende ir más allá de la función mimética y objetiva de la fotografía, pero también de las funciones de archivo y huella de lo real; incluso va «contra la maldita aura». Desde planteamiento muy diferentes, Dalmau también enfatiza la capacidad del observador para interpretar, su necesidad para que las funciones fotográficas se activen. Se trata de un libro breve, pero con una tesis clara y consecuente, que permite, como el anterior, pensar la relación con las fotografías desde diferentes perspectivas, alejadas de falsas dicotomías, y que reflejan una visión mucho más compleja.

La imagen desvelada. Prácticas fotográficas en la enfermedad, la muerte y el duelo (Sans Soleil, 2019) editado por Montse Morcarte y Rebeca Pardo es una completa recopilación de textos que abordan diferentes funciones de la fotografía en contextos en los que sirve para documentar, para reafirmar identidad o para procesar el dolor. Desde prácticas artísticas que la han tenido como centro, tratadas en el capítulo de Susana de Noronha, a contextos en los que la tecnología se convierte en instrumento de gestión emocional ante la muerte, como atestiguan Pelin Aytemiz o Tony Walter. Me han resultado especialmente útiles para mis propias investigaciones los textos de Carmen Ortiz García y Jorge Moreno Andrés, que hablan del rol que juegan las fotografías en el duelo colectivo e individual (o familiar), respectivamente. Las perspectivas de todos los capítulos obligan, necesariamente, a repensar las categorías tradicionales de la imagen fotográfica, y centrarse no solo en su valor como índice, sino también en su condición de objeto elaborado, reconstruido, con fines de reliquia.


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