El nuevo mundo, el viejo mundo.

Esta semana me han llegado, en días diferentes, The Death Ray de Daniel Clowes y The Great Northern Brotherhood of Canadian Cartoonists de Seth. No puedo hablar aún de ellos; el primero necesita de una relectura y cierto asiento para escribir debidamente sobre él —aunque me ha parecido brutal— y el segundo, que ha llegado hoy mismo, lo llevo por la mitad. Pero sí que quería decir un par de cosas sobre ellos, o con ellos como excusa. Echadles un vistazo.

El cómic de Clowes es grande, tamaño álbum francés, más o menos, tiene tapa dura y unos colores planos y chillones en su cubierta. El de Seth es pequeñito, tamaño casi de bolsillo, con relieve en la cubierta y tinta dorada. Las esquinas son romas, además.

Es decir: es cada uno de su padre y de su madre. Cada uno tiene el formato que su autor ha considerado más adecuado para el contenido. Por eso creo que resulta sesgado y terriblemente reduccionista intentar definir la novela gráfica como un formato, encerrarla en los famosos 17×24 cms. Por mucho que algunas editoriales españolas estén optando por estas dimensiones porque es más ecónomico —no sólo para novela gráfica, sino para otros tipos de cómic— no es el único posible. Porque si por algo se caracteriza el fenómeno es por su heterogeneidad: de contenido, pero también de forma.

Seth y Clowes han tenido libertad para elegir cómo editar sus libros, que tienen además orígenes diferentes. The Death Ray se publicó como un número más de su comic book Eight Ball. The G.N.B. Double C. era un cuaderno de bocetos. Chris Ware varía a su antojo el diseño y formato de cada entrega de su ACME Novelti Library. Habrá quien piense que son vacas sagradas cuya posición garantiza esa libertad. Pero resulta que luego tenemos a Joyce Farmer, una autora que estaba olvidada desde los setenta, que no garantizaba el éxito comercial, y resulta que afirma que en Fantagraphics no le tocaron ni una coma de su libro de más de doscientas páginas.

Hay una nueva —sí, nueva— forma de entender los cómics. Los autores que a lo largo de la historia del medio han podido hacer lo que hoy es normal para Farmer, Ware, Seth o Clowes sin recurrir a la autopublicación son muy, muy escasos. Es una época brillante que no ha salido de la nada ni ha sido regalada: se la han ganado los autores a través de los años y de mucha batalla. Me decía el otro día un amigo que esto ni siquiera es comparable ya con el mercado literario, donde es prácticamente imposible que un autor decida su cubierta o el diseño de sus novelas, y un autor novel se enfrenta, con mucha frecuencia, a recortes, reescrituras y reorientaciones de su obra para ser publicado.

Y luego, tenemos a Carlos Pacheco cabreado porque le han cascado un entintador horrendo, o contando cómo le modifican su trabajo sin ni siquiera consultarle. Tenemos el sindiós del reboot de DC. Es otro mundo. Es el viejo mundo. Un paradigma que parece cada vez más desfasado.

Me parece que muchos, o algunos, son incapaces de ver lo maravilloso que es esto. Se puede y se debe alabar siempre el talento y la inteligencia de los muchos autores que a lo largo de la historia se han adaptado al cómic comercial y bajo sus restricciones han sabido crear obras maestras. Pero darle la vuelta al asunto y argumentar que ese sistema industrial es positivo porque obliga al autor a agudizar el ingenio para ceñirse a unas normas y publicar equis páginas todos los meses, supone una perversión similar a en la que caen aquellos que se lamentan de lo fácil que lo tenemos hoy todo, que durante el franquismo había que trabajar mucho y ser más pícaro. La libertad creativa JAMÁS es mala. En todo caso será malo el autor.

Preocuparse por el futuro de las viejas industrias, de esos dinosaurios que son incapaces de entender qué está pasando ahora mismo, que no dejan de mirarse el ombligo y piensan que cómic es sólo lo que ellos hacen, tiene tanto sentido como preocuparse por el futuro de cualquier otra gran empresa. Adaptarse o morir es la elección. Y ellos han optado por palmarla, tarde o temprano. Entiendo el escepticismo del fan de toda la vida, el recelo ante temáticas o estilos gráficos que no le gustan, del seguidor a ultranza que quiere que le cuenten una y otra vez lo mismo y que encima se queja porque le cuentan una y otra vez lo mismo. Pero cada cosa tiene su tiempo, sin más. Dentro de cincuenta años, os aseguro que los historiadores de la historieta recordarán Un adiós especial o las obras de Ware, y no el número 659 de The Amazing Spider-man o el pseudopolvo de Batman y Catwoman. Es otra cosa. El viejo mundo, vaya.


6 respuestas a “El nuevo mundo, el viejo mundo.

  1. ‘Nuff said! Estoy muy de acuerdo contigo. Lo que comentas de las viejas industrias y los modelos que ya empiezan a parecer caducos es totalmente cierto. Las temáticas y los targets del cómic que publican no tienen por qué estar necesariamente obsoletos, pero hay una obstinación en ceñirse a unos patrones que cada vez se evidencian más decadentes. Casi diría corruptos, vaya. Como bien dices, el reboot de DC es buena prueba de esto.

  2. El cómic de superhéroes se está metiendo en un callejón sin salida por culpa de no querer cambiar y machacar una y otra vez con patrones de éxito del pasado. Y nada de eso va a cambiar a corto plazo: si el género se reinventa, será después de que se hunda del todo.

    Los caminos de la innovación están ahí: tanto a nivel temático como de narrativa o de formato. ¿Que el mainstream los desprecia? ¿Que mejor quedarse con lo antiguo? Es un error, claro, porque cada vez más autores demuestran que el cómic más rico no tiene sota, caballo y rey.

  3. apunte: ¿puede haber ngeismo en formato comicbook, grapa y mensualidad? Hoy por hoy, ya creo que SÍ. Porque la cosa no está en la forma sino en hacer el cómic que quieres, como quieres, tanto en forma como en contenidos. Posiblemente desde esta óptica algo que no siempre defendí cada vez lo veo más claro: Watchmen, que metió sexo cuando le vino a sus autores, que cerró cuando sus autores lo vieron pertinente, que no ha tenido trabas «de arriba» en ningún sentido (creo, y si no, trabajemos sobre la hiótesis y no sobre el ejemplo concreto) sí sería una novela gráfica. Por entregas, si queremos, pero NG. Dicho de otro modo (y algo de coña), desde el momento en que a un autro un editor de dice «tapa ese pezón» o «no puedes meter una escena contepmlativa del personaje mirando una ventana durante siete páginas», el invento empieza a deteriorarse.

  4. y luego, otro apunte ¿es la ng generacional? ¿la podemos fechar? difícil, pero desde luego hoy hay un espíritu y unas corrientes autorales, con precedentes (de eisner a Moore pasando por Tardi) pero concretas en esta década. esto me lo han discutido no pocas veces, pero en fin, quede dicho.

    Ah, de lo sSH, buenio, qué más dan…cuando salta una liebre, la señalamos, la alumbramos, la enfocamos y punto. Es uno de cada mil. Está mu malita la cosa…

  5. Berni, Joel, es que, os lo voy a decir claro porque son las cuatro de la mañana y no nos oye nadie: he leído varios títulos del reboot y hasta el mejor de ellos (el Action Comics de Morrison) huele a muerto. A cadáver en descomposición. Es una cosa endogámica, referencial, incomprensible. Y la cosa de la serie, de no contar nada en 22 páginas… Cada vez tiene menos sentido e interesa a menos gente. Y Joel, lo que dices de que el género podría reinventarse después de reventar del todo me ha parecido muy acertado. Es lo que pasó con el inicio de la Silver Age. Los SH se crearon y se quemaron en 10 años por una sobreexplotación salvaje, una repetición de la fórmula hasta la náusea. Y después de un tiempecito en barbecho (sin prácticamente ninguno en el mercado) volvieron con vientos nuevos, con nuevos autores, nuevas estéticas… Y triunfaron. ¿Es posible eso hoy en día? No lo sé.

    Octavio, totalmente de acuerdo. Si la clave de la NG la pones en la libertad autoral y no en el formato, entonces por supuesto que es posible tener NG en comic book y en lo que sea. Clowes es el mejor ejemplo, ¿no? Sobre lo otro, sí, es indudable que es un fenómeno nuevo, pero con precedentes claros. Pero bueno, al final, creo que más importante que poner un hito fundacional es valorar lo que está suponiendo. Es que, en serio, yo repaso mentalmente los tebeos que he leído este año y me sale una lista brutal.

    Un saludo a todos.

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