Sobre la polémica en torno a «El niño Jesús no odia a los mariquitas» y Fandogamia

La noticia de esta semana en lo que toca al cómic ha sido, tristemente, toda la polémica montada en torno a El niño Jesús no odia a los mariquitas, un libro de Don Julio publicado por Fandogamia recientemente. La historia la explica muy bien en elDiario.es Pablo Ríos, así que no voy a repetirla yo, pero, en resumen: se trata de un libro satírico, obviamente —para cualquiera que tenga dos dedos de frente o que no tenga mala intención— para adultos, cuya información editorial fue modificada por alguien al subirla a CEGAL en red a partir de la información correcta contenida en DILVE, a saber con qué criterio o con qué intención, de manera que se eliminaba el aviso de que era un libro para adultos, al tiempo que se añadía una recomendación para lectores a partir de 6 años. El tema salta en redes sociales al verse esta información en Amazon, y en cuestión de horas se lía la mundial. Poco importan las explicaciones de Pedro F. Medina, el editor de Fandogamia, o del autor, poco importa que hayan aportado evidencias de dónde ha estado el error, o que se retirara esa información tan rápido como se pudo. Eso no va a detener a quienes siempre intentan imponer su agenda, entre ellos, la muy bien financiada asociación de Abogados Cristianos, que ya ha anunciado una demanda a la editorial y al autor.

En primer lugar, quiero sumarme desde aquí a todas las muestras de apoyo a Don Julio y a Fandogamia. Se lo están tomando bien, con una actitud muy firme ante ataques ultras, bulos y sandeces varias, pero no es plato de gusto tener que enfrentarse a estas cosas, ni la atención mediática que el caso está teniendo estos días. Sabemos que pasará, pero da rabia igualmente. El caso, tristemente, resulta paradigmático de la dinámicas informativas y sociales que imperan en el mundo de las redes sociales, y que no tienen visos de cambiar.

Primero, la cosa salta en redes. Después, los avispados caza temas del día de los medios tradicionales lo localizan y el libro de Don Julio acaba en todos los programas basura de la mañana televisiva, comentado por gente que, obviamente, ni se ha molestado en contrastar información ni en mirar con atención el libro, y  que busca únicamente alimentar un poco más la hoguera del pánico moral de la que viven estos programas. Al día siguiente ya habrían pasado a otra cosa, pero aquella mañana tuvieron contenido para rellenar un rato, justificar sus sueldos y retener sus agónicas audiencias un poco más, para tranquilidad de la junta de accionistas y de los anunciantes.

A partir de ahí, entra en escena la asociación ultra Abogados Cristianos, ilustre miembro del Tridente Katacroker junto a Hazter Oír y Manos Limpias. AC no se pierde ni una, porque tiene dinero para permitírselo y porque, claro, es un lobby antes que otra cosa. Se hacen muchas bromas con el escaso —casi nulo— número de demandas que ganan, pero se olvida que su objetivo no es ese, sino, más bien, marcar agenda, que se hable de ellos y que la discusión pública vaya en una determinada dirección. Aunque los tribunales no fallen a favor de sus dislates, se va modelando un marco de expresión, una idea de lo que se puede hacer o no, si no quieres meterte en problemas. Pensemos, además, que rara vez las resoluciones de los tribunales y los desmentidos de bulos tienen la misma cobertura que las denuncias de este tipo de colectivos. Quizá sea por la orientación ideológica de gran parte de los medios del país, quién sabe.

Estoy totalmente convencido de que la demanda no llegará a nada. De hecho, no debería ser admitida a trámite, dado que se basa en una falsedad. Pero ya funciona como un aviso a navegantes. A la gente común, que no está acostumbrada al mundo de las demandas y los abogados, no le hace mucha gracia la idea de enfrentarse a un juicio, aunque sea para ganarlo. Puede costar un dinero que no siempre se tiene, lleva tiempo, provoca ansiedades y muchos disgustos. Así que eso es lo que se busca: que esa gente acabe por autocensurarse para evitar una demanda, aunque nunca prospere. Hay que agradecer a Fandogamia que no se arruguen y que ni siquiera hayan caído en el error de pedir perdón por algo que no es culpa suya, como a veces se hace por intentar calmar las cosas.

Por otro lado, este tipo de casos demuestra, también, cómo Twitter se ha acabado convirtiendo en una auténtica fosa séptica. En una fosa séptica pueden crecer algunas flores, pero sigue siendo una fosa séptica. El algoritmo fomenta la carnaza y la polémica, muestra aquello que sabe que te va a cabrear y te va a hacer pasar muchas horas haciendo scroll y generando tráfico, tuiteando —o como se diga ahora— muy indignado. Es muy desalentador ver un ejército de cuentas que reacciona como un resorte, que no dedica dos minutos a confirmar información, que se queda con la primera impresión, o, peor aún, que la distorsiona a través de burdas mentiras y mezcla todo lo mezcable para dar salida a sus bajos instintos y arrimar el ascua a la sardina de su ideología ultra. Muy poca gente se molesta en seguir el caso o en leer la información de la propia editorial: simplemente siguen con su rollo tuiteando como auténticos enajenados. El desfile de cuentas con menos de veinte seguidores, o con avatares de banderas preconstitucionales, o que imitan a la presidenta de la Comunidad de Madrid o al presidente de la República Argentina en su apropiación perversa de la palabra «libertad» es abrumador. Se acusa al libro de fomentar la pederastia, de representar menores, de faltar al respeto a los católicos. Y todo da igual. Nada tiene consecuencias: prácticamente ninguna de esas cuentas reconocerá su error o difundirá una rectificación, no importa cuántas pruebas se aporten para demostrar la falsedad de las afirmaciones que se están haciendo. Porque aquí lo que importa es la guerra cultural, armar jaleo, atacar el progresismo y seguir, poco a poco, intentando imponer una agenda ultra reaccionaria, antidemocrática y de tintes fanáticos. Los tontos útiles de esta estrategia son los que siguen repitiendo la matraca de la dictadura woke y la censura de lo políticamente correcto, cuando los que están censurando y limitando la libertad de expresión son quienes son. Curiosamente, la mayoría de los que insisten en ello callan cuando los intentos de censura vienen de la ultraderecha. Aunque hay que decir que Soto Ivars, que no es precisamente santo de mi devoción, en esta ocasión ha hablado del tema y ha defendido el libro. Que se le hayan llenado las menciones de seguidores decepcionados y ultras pirados es una demostración práctica de lo que pasa cuando juegas a alimentar ciertos monstruos porque da muchas visitas.

El anonimato, la radicalización ultra alimentada o consentida por medios de comunicación, instituciones y sociedad civil es un cóctel letal. Me preocupa, también, ese porcentaje, seguramente pequeño, de personas bienintencionadas, que sin mala leche, sin saber realmente que se está mintiendo, se dejan llevar por lo que leen. O peor aún, que no saben interpretar las imágenes que ven. El pensamiento crítico es absolutamente esencial en una sociedad como la actual, en la que somos bombardeados las 24 horas del día con información, mucha de ella falsa, mucha de ella malintencionada, porque hace ya tiempo que se ha descubierto el enorme poder que tiene quien controla el flujo informativo. Me preocupa el criptofascismo, me preocupa el fanatismo religioso, me preocupa la homofobia, me preocupa la cantidad de gente dispuesta a mentir y atacar a quien sea, pero casi me preocupa más que una persona adulta observe El niño Jesús no odia a los mariquitas y piense que es efectivamente un libro infantil. Eso no sé yo si tiene remedio.


2 respuestas a “Sobre la polémica en torno a «El niño Jesús no odia a los mariquitas» y Fandogamia

  1. puede confundir la portada . Es como los libros de colorear de los niños . Además pone libro de actividades . Se ha hecho con toda la

    intención !! Es una vergüenza

  2. para el escritor de este artículo, cualquier persona con un minimo de razocinio y moralidad, se da cuenta solo de ver el contenido del mencionado cuadernito, que esto no tiene que ver con ser de un bando u otro, es simplemente el contenido que tiene que es aberrante en su totalidad. ¿Seguro que esta bien que se ponga el jueguito sexual del enredo de los Pitos, o los juegos donde estan en posiciónes sexuales, etc, para un niño o para cualquier ser humano? Que hermoso cuaderno, y de paso meter la Fe de los Cristianos como principal, SIN DESEO NI INTENCION de ofenderlos

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