Lecturas de la semana (10)

El placer de la renuncia de Keiler Roberts (Alpha Cómic, 2023, trad. Alberto García Marcos). Una nueva obra de Roberts siempre es una gran noticia: me encanta su capacidad para reflejar su propia vida con un tono distante con el que, paradójicamente, consigue una verdad cruda e íntima. Su sentido del humor huye del gag y se construye en lo cotidiano, en los retazos recuperados que construyen una narrativa que no es tal. Quizás esto es lo que más me interesa de Roberts: que no convierte su vida en un relato. Captura, reproduce, no juzga, no es ni muy cruel ni muy condescendiente consigo misma. Se muestra cagando sin pudor pero sin subrayar la autoviolación de su intimidad que ello supone. En este libro, alterna secuencias de unas cuantas páginas con punzadas de una viñeta, un dibujo con una situación cómica, a veces, ni eso. Roberts se enfrenta a la vida desde un trastorno de personalidad, pero eso no importa: ni este ni ningún otro de sus trabajos son libros sobre la enfermedad. Son una crónica espontánea sin intención autobiográfica, en la que el hieratismo de su rostro dibujado parece decirnos: «ni se te ocurra identificarte conmigo: tu vida no puede ser como la mía ni de coña».

Que no se olvide de Marina Velasco Marta (Salamandra Graphic, 2023). El XVI Premio Fnac/Salamandra ha vuelto a recaer en una debutante en la novela gráfica, una interesante ilustradora que arma un libro, cosa nada fácil, que no resulta excesivamente moroso de su trayectoria en la ilustración, si bien tampoco asume la clásica retícula de viñetas. Velasco Marta plantea una investigación en torno a seis personas del colectivo LGTBIQ+ que tienen en común una edad que sitúa su despertar sexual en pleno franquismo. De forma inteligente, en lugar de ofrecer las entrevistas que realiza una tras otra, la autora las va relacionando y desbrozando por temas, al tiempo que introduce sus propias reflexiones y dudas. Quiero escapar del tópico facilón de que es una obra «necesaria», pero sí es cierto que a tenor de los recortes en derechos que la ultraderecha está llevando a cabo allí donde puede, a más de uno le puede venir esta lectura. Sin grandes innovaciones formales, la obra está contada con soltura y eficacia. El dibujo de la autora, de caricatura expresiva, parece beber del grafismo de Ana Penyas -sin el uso de la fotografía transferida-, incluso en su planteamiento de la paleta de colores.

Attacker You! 2 y 3 de Jun Makimura y Shizuo Koizumi (Arechi, 2023, trad. Pol Roca). He seguido este manga breve no por nostalgia -nunca me interesó demasiado su adaptación al anime-, sino porque tenía mucha curiosidad por leer este cruce entre el spokon y el shojo, que tiene su mayor interés en el esplendoroso dibujo de Makimura, de quien no he sido capaz de encontrar más obras en su trayectoria. Siguiendo las lecciones de las mangakas del Grupo del 24 que revolucionaron el shojo diez años antes, Makimura convierte el relato de Koizumi en un espacio puramente emocional, rico en los típicos recursos florales y abstractos que enmarcan rostros y figuras, y que traslada toda la intensidad que en otros mangas se aplican a situaciones románticas al voleibol. Y esto es lo más interesante de la serie: no hay historia de amor romántico, como ya era evidente por mucho que en el título inventado para Occidente se pretendiera dotar a Sho («Sergio») de un protagonismo que en realidad no tenía. No, esta es la clásica historia de superación asociada al deporte, encarnada en Yu, una chica con unas aptitudes naturales para el voleibol, pero que tendrá que pulir a través de un rápido proceso de aprendizaje y entrenamiento. En esa rapidez está el mayor problema de un manga que nunca llega a despegar del todo: los partidos se ventilan sin demasiada ceremonia, no se profundiza en la psicología de las rivales de la protagonista y todo gira en torno a la suya propia. De hecho, la cancha se concibe como un espacio emocional más que físico, en el que rara vez el foco se amplia, sino que se centra en la subjetividad de Yu. Aun así, formalmente tiene su interés, y resulta una lectura ágil, porque esa rapidez también evita que se pierda en digresiones superfluas: va al grano, para bien y para mal.

La generación de la posmemoria. Escritura y cultura visual después del Holocausto de Marianne Hirsch (Carpe Noctem, 2012, trad. Pilar Cáceres). Esta semana he terminado de leer este importante libro en los estudios memorísticos. Ha sido una lectura sustanciosa, en torno al concepto de la posmemoria, desarrollado por la autora: la idea de que la generación posterior a la que sufrió el Holocausto hereda de algún modo sus recuerdos, que se convierten en propios. Tengo problemas con los excesos psicoanalíticos de algunas interpretaciones, pero, en conjunto, el libro ofrece un completo análisis de muchas de las narrativas más importantes del Holocausto, en el que se fija, sobre todo, en cómo ha interpretado la siguiente generación lo que sufrieron sus padres y madres. Con un enfoque abiertamente feminista, Hirsch aborda el estudio de novelas, fotografías, proyectos de arte contemporáneo y más. Ofrece un interesante análisis de Maus, por ejemplo, así como un puñado de ideas muy sugerentes acerca del papel que juegan en la memoria y la posmemoria las fotografías, siguiendo, principalmente, a Sontag y Barthes. Un libro ineludible si se quiere profundizar en el tema, aunque solo sea para debatir sus ideas.


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