Los derechos de autor, las commissions y la justicia.

Eres un dibujante de superhéroes de la Edad de Plata. Durante alrededor de dos décadas dibujaste lo mejor que supiste lo que te mandaron, personajes creados por ti o por otros, y contribuiste con tu trabajo a hacerlos populares y cada vez más rentables para la editorial para la que dibujabas. Durante esos años, te pagaron moderadamente bien, no te hiciste millonario, pero viviste dignamente, aunque, eso sí, te mataste a trabajar. No te devolvían tus originales, y los reimprimieron siempre que quisieron sin pagarte. Además, usaron tus dibujos para todo tipo de objetos de coleccionismo sin que tampoco vieras un solo dólar. Cuando el tiempo pasó y los gustos del público cambiaron, simplemente dejaron de darte trabajo. Tú tenías cuarenta, cincuenta como mucho, y sólo sabías hacer una cosa: dibujar. Nadie te había animado o enseñado a evolucionar, o a cambiar de estilo. Al contrario, te pidieron que siempre hicieras lo mismo, que dibujaras como tal o cual estrella del momento, y sobre todo te desalentaron siempre a crear y publicar tu propio material. Cuando te encontraste sin trabajo, tal vez tenías algo de dinero ahorrado, pero tarde o temprano se acabaría. Si te hacías lo suficientemente viejo, o tenías la desgracia de caer enfermo, probablemente tu dinero se acabaría aún más rápido, porque vives en un país donde tienes que costearte los gastos médicos íntegramente. Y entonces sólo se te ocurre una forma de sobrevivir. Descubres que hay viejos fans que recuerdan y admiran tu trabajo y que están dispuestos a pagarte una buena cantidad por un dibujo hecho expresamente para ellos y firmado por ti: las commissions. Técnicamente, estás consiguiendo una ganacia con personajes cuyo copyright no te pertenece, incluso aunque lo hayas diseñado tú. ¿Está bien entonces que ganes dinero con ello?

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            Eso es lo que se está empezando a cuestionar a raíz del caso, triste caso, de Gary Friedrich. La historia de arriba podría ser, a grandes rasgos, la de George Tuska, que dibujó commissions prácticamente hasta que murió, o la de Gene Colan, que se pagó en parte con ellas su carísimo tratamiento. El caso de Friedrich no es exactamente igual; él no era dibujante, y lo que vendía eran unas láminas de Ghost Rider que firmaba. Además, es bastante evidente que Marvel lo que busca con la demanda que le ha interpuesto es más achantar a otros y escarmentarle a él. Pero ya se empiezan a mencionar las commissions. ¿Realmente es tan descabellado pensar que Marvel, esta Marvel, deje un día de hacer la vista gorda con este tema y empiece a denunciar? Yo creo que no, que es algo que vamos a ver. Es un mercado que está ahí y que mueve dinero; y Disney con eso es implacable. Lo mismo para los dibujantes que acuden a convenciones y hacen dibujos cobrando, práctica habitual en EE UU: es exactamente lo mismo.

            Tristemente, me temo que la ley estaría de parte de Marvel. Porque si lo reducimos a lo básico, lo que esos dibujantes hacen es comerciar con objetos que llevan imágenes propiedad de Marvel. Tiene mala defensa. Claro que si algo hemos aprendido últimamente es que ley y justicia no siempre son sinónimos. De hecho cada vez lo son menos. Y difícilmente puede negársele el derecho moral a estos profesionales que fueron claramente explotados en mayor o menor medida y que se encuentran, en su vejez, completamente deasistidos.

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            Durante años, Marvel ha construido un emporio que mueve muchísimos millones de dólares —sí, los cómics cada vez venden menos, pero está el cine— a costa de un trabajo que nunca se pagó como correspondía a los beneficios que daba a la empresa. Se funcionó como si los personajes salieran de la nada, o como si Marvel fuera una especie de ser vivo pluricelular que generaba personajes y contenidos. Y no. Marvel, ya lo dije con el tema Kirby, no existe. Es un ente abstracto que no genera nada, que lo que hace es parasitar. “Ah, que no hubieran firmado los autores, ya sabían lo que había”, dicen algunos fans, al parecer no sólo de Marvel, sino también del neoliberalismo que nos machaca día sí y día también. Porque eso vale para todo, ¿no? ¿Eres un licenciado que hablas tres idiomas al que le ofrecen el salario mínimo interprofesional por trabajar diez horas diarias? Aaaah, no firmes, si firmas, te callas, y no exijas tus derechos, porque has firmado. Y te alimentas, a ti y a tu familia, del aire, claro. En serio, me saca de mis casillas semejante argumento, más propio del siglo XIX. Vamos a ver: ¿qué opción tenían? Su profesión era dibujar. Les tocó vivir en una época en la que la autoedición era un imposible y no había otras editoriales que ofrecieran otras condiciones. Aquello eran lentejas. Y no tuvieron más narices que firmar. O ni siquiera eso, porque la situación contractual de los primeros años de Marvel no está demasiado clara en todos los casos. Por eso hay lugar para juicios, evidentemente. Y en todo caso, señores: que un contrato puede ser abusivo, y contrario a la legislación laboral. El argumento de “si firmas te jodes” es absurdo. Porque puedes estar firmando algo que no es legal, y entonces no tiene validez por mucha firma tuya que lleve.

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            Las situaciones cambian y la legislación evoluciona. Y los autores que entonces trabajaban para Marvel ahora entienden, algunos, que su situación no era justa, comparada con otras artes donde, por duras que sean las condiciones, el autor siempre es el autor. Y por eso reclaman. Se les acusa de oportunistas, de acudir al olor del dinero de las adaptaciones cinematográficas. ¡Evidentemente! ¿Es que no es lógico que sientan que, vale, hasta aquí ha llegado la cosa, cuando ven a su creación en pantalla y reportando millones de dólares a la compañía? Porque a mí me parece lo más natural. Pero claro, aquí parece que la única que puede ganar dinero es la compañía. Compañía, por cierto, que no tiene ya absolutamente nada que ver con la de los 60, que ha cambiado de manos varias veces y que, por tanto, habría que ver hasta qué punto tiene derecho a hacer y deshacer con contratos firmados por otra gente.

            Yo no estoy diciendo que el personaje tal o cual tenga que volver a su creador. Pero sí creo que éste debería recibir un dinero justo no sólo por las páginas que entregó, sino también por el dinero que le hace ganar a la empresa. Es de sentido común. Si el personaje que tú has creado da para que la editorial publique cuatro series durante años, pues no pasa nada porque te dé un dinero. Si vende los derechos para la televisión o el cine, tampoco. Y a todos los defensores de la tesis contraria, que defienden la justicia del caso Friedrich, les preguntaría por qué entonces no critican que Stan Lee si pillara su pellizco en su día, por qué él, en términos de derechos de autor, debe ser diferente. Por qué tiene derechos que no tuvo Jack Kirby, o que ahora no tiene Friedich, o que no tuvieron Marv Wolfman y Gene Colan cuando crearon a Blade. Y a los que hablan de sinergia creativa y dicen que la creación de un personaje es fruto de muchas mentes, bien, perfecto, entonces que no cobre Marvel tampoco cuando se haga una película, ¿no?

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            Luego están los que dicen: “cuando un sillero hace una silla, le pagan por ella una vez y deja de ser suya, no le pagan cada vez que alguien se sienta”. Bueno, yo no he visto muchas películas protagonizadas por sillas. Por favor, no reduzcamos la cuestión a lo absurdo: una obra de arte no es una silla. Si consideras que los tebeos son como sillas, en lugar de como novelas, discos o cuadros, entonces luego no vengas reivindicando no sé qué dignidad. La realidad es que un señor que escribe una novela cobra cada vez que la reeditan, y también si la adaptan a otro medio. El señor que crea un álbum de música también cobra cada vez que se vende. Las distribuidoras, las editoriales, las discográficas, se llevan su parte, a mi juicio excesiva, pero, al menos, en esos negocios hay pastel para todos. Luego está claro que otro modelo de negocio es posible. Y de hecho ya se está dando. Image, con todos sus errores, abrió la puerta a un tebeo mainstream en el que los autores retendrían lo que es suyo y es inalienable: los derechos de autor. Y el escenario hoy es diferente, y Marvel y DC deben cambiar si no quieren que sus tebeos acaben siendo mierda pura. Porque la gente no es imbécil y cada vez hay más guionistas que pasan de trabajar para ellas en cuanto se han hecho con un nombre, como Warren Ellis o Mark Millar, y trabajan con creaciones propias que les son más rentables. Ante esto, muchos aficionados piensan “oh, qué pena, con lo bien que podría hacerlo Millar con el personaje tal”. Bien, pídele a Marvel que pague justamente a Millar en lugar de pedirle a Millar que haga el capullo perdiendo dinero. ¿O es que al argumento de que “esto es un negocio, no una ONG” sólo vale para un lado?

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            En este escenario de injusticia moral, no queda otro remedio que recurrir a esa práctica semilegal que pueden ser las commissions. Lógicamente, los fans quieren ver dibujados a los personajes de Marvel —o DC—, aquellos que estos dibujantes hicieron populares, aquellos que les permitieron dibujar. Si también les cortan esto, si les impiden ganarse la vida así sin darles nada a cambio… muchos deberían replantearse qué están apoyando con su actitud mitómana.

Mark Evanier sobre el caso de Gary Friedich (inglés)

Joel Mercè explica en un párrafo de qué habla Marvel en realidad cuando habla de derechos de “autor”.


5 respuestas a “Los derechos de autor, las commissions y la justicia.

  1. Interesante y peliagudo tema el que tocas.

    Está claro que esto de los derechos de autor en el mundo del comic-book maericano siempre ha sido una farsa… Es injusto que Wolfman o Colan no pillaran nada con el éxito de las películas de Blade en los 90 y principios de la década pasada, al igual que tantos otros casos parecidos… Pero así es el sistema americano y lo es en todo, hasta en el tema sanitario y cuando aparece alguien con intenciones de cambiralo para bien (como Obama) ya se encargan las grandes corporaciones que están detrás de todo el cotarro de hundirlo o de ponerle todas las trabas posibles…

    Saludos.

  2. Gran artículo.
    Con respecto al «lentejas son» de los autores de la Silver Age. Hay casos en los que el declive de la ilustración publicitaria (en beneficio de la fotografía publicitaria) no les dejó más narices que el cómic. Recuerdo concretamente el caso de John Buscema y, puede que también, el de Romita Sr.

  3. perdona… ¿qué escribías después de esa Bruja Escarlata? esquenooooo….
    Va, en serio, qué decir, que así (de mal) va el mundo mainstream. Al menos respecto a sus viejos autores, vamos. Y yo si trabajase ahí me miraría MUCHO el contrato, en vez de decir a ciegas UAU, voy a dibujar a Lobezno»

    Y me apena saber que aún hay almas que opinan que, por ejemplo en el tremendo caso de Friedrich, la compañía tiene la razón moral… ¿algún blog ha defendido a Marvel en todo esto como se ha defendido a Marvel frente a los herederos de Kirby, por ejemplo? dime que no, que no pasó de algún twitt despistado o algún anónimo comentando…

  4. Gracias por vuestros comentarios.
    Mo: Es así en todo pero no tanto… esa situación es inconcebible para un novelista.
    Mariano: Lo que apuntas es totalmente cierto. Ni siquiera les quedó esa salida laboral, algo de lo que sin duda se aprovechó la industria del cómic.
    Octavio: Ése es otro problema, yo creo que todavía Marvel y DC se nutren en buena medida de fanboys que cumplen su sueño al dibujar a sus personajes de la adolescencia. Pero ese encanto no dura siempre. Y sí, hay gente que ha atacado a Friedrich y defendido a Marvel, busca, busca…

    Un saludo a todos.

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