Núria Pompeia

Hace unos cinco años, cuando estaba documentándome para realizar un trabajo de final de máster sobre las revistas satíricas de la transición, una de las cosas nuevas que descubrí que más me maravillaron fue el trabajo de Núria Pompeia en Por Favor. Toda la revista era una rara avis en un panorama dominado por el humor elegante, ya un poco anacrónico, de revistas como La Codorniz o Hermano Lobo y el humor bestia y sin tabúes de las revistas como El Papus, que ascendieron apoyadas en el destape y la crítica destructiva de todos los agentes políticos y sociales. En Por Favor, sin embargo, el equipo dirigido por Manuel Vázquez Montalbán escribía artículos de calado, no exentos de ironía, pero centrados en el análisis y la opinión. Era una revista de izquierdas que vendía muy poco, que intentó hacer un tipo de semanario político y humorístico para el que no había público suficiente.

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En sus páginas, el trabajo de Pompeia hablaba por sí solo. Su crítica feminista analizaba, ya entonces, temas que hoy están aún —lamentablemente, porque implica que determinados problemas no se han solventado— en el centro de la agenda. En una revista llena de hombres, Pompeia y otras mujeres, como la periodista Soledad Balaguer, lograron que el feminismo tuviera un espacio propio y fijo, donde se pudiera comentar no sólo la actualidad, sino también cuestiones de mayor recorrido.

En sus viñetas, Pompeia manejaba un registro sintético, muy ligero, en la línea de El Perich, aunque con una caricatura más leve. Ya había demostrado en 1968 que, si se lo proponía, podía dibujar páginas experimentales y poderosamente simbólicas en la que es, quizá, su mejor obra en cuanto al apartado gráfico: Las metamorfosis. Pero en Por Favor se trataba de comunicar, de manera muy directa. Con un sutil sentido del humor, más mordaz de lo que pueda parecer en un principio, en secciones como «Las mujeres objeto-ras», Pompeia profundizaba en la España de su tiempo y señalaba cuestiones que sus compañeros varones aún no veían: la planificación familiar, la diferencia salarial con los hombres, el abismo legislativo que aún, en la transición, estaba por eliminar. Pompeia habló de anticonceptivos y aborto cuando ambos eran aún ilegales, apuntaba a las contradicciones de términos como «mujer liberada», e incluso profundizaba, con los matices que permitía una sección semanal, en la mentalidad de los españoles de entonces. Una de las cosas que más gratamente me sorprendieron de sus textos y dibujos era que no dudaba en señalar el machismo de los hombres de izquierda, de un modo que, lo supe luego, tenía mucho que ver con la cuestión de la doble militancia que experimentaron las feministas de izquierda durante los setenta.

Según me explicó en una entrevista el impulsor de Por Favor, Josep Ilario, Pompeia llegó a la revista por decisión de Vázquez Montalbán, que la eligió, tiempo después, como redactora jefa de la misma. Su trabajo me impresionó, de modo que mi interés fue más allá de lo académico. Descubrí, así, todos los libros que había publicado, hoy descatalogados pero fácilmente conseguibles en el mercado de segunda mano: La educación de Palmira, con Vázquez Montalbán, Y fueron felices comiendo perdices… o Mujercitas, entre otras, fueron obras que cuestionaban los roles de género e incidían en la importancia que tienen la educación y el contexto social y político en la desigualdad entre hombres y mujeres.

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Supe también, después de aquello, que Núria Pompeia era una periodista de trayectoria destacada, colaboradora de Triunfo, Vindicación feminista, Saber o La Vanguardia, y, en la última etapa de su carrera, en Emakunde. Sin embargo, me sorprendía que, a partir de determinado momento, su nombre dejaba de aparecer en la prensa, como si se hubiera esfumado, al mismo tiempo que me daba cuenta de lo olvidada que estaba en el sector del cómic en España: muy pocos aficionados la recuerdan, aunque, en los últimos años, han tenido lugar justos reconocimientos. Primero, la exposición que le dedicó el Colegio de periodistas de Cataluña, comisariada por Pepe Gálvez, una de las personas que más ha hecho por la memoria de Pompeia recientemente. Tuve el enorme placer personal de colaborar con el Seminario Interdisciplinar de Estudios de la Mujer de la Universidad de Zaragoza en un ciclo dedicado a las autoras de cómic de la transición, que contó con una versión en castellano de la exposición, que ha visitado ya varias localidades aragonesas. Y segundo, el primer premio honorífico que le concedió en 2013 el recién creado colectivo Autoras de Cómic, que traía así al primer plano de actualidad el nombre de Núria Pompeia. Desde entonces, pequeños esfuerzos individuales y colectivos siguen trabajando por recuperar su obra y que su memoria y mensaje perdure, pues sigue siendo hoy tan vigente como entonces.

Pero en este proceso de aprendizaje en torno a la autora, hubo una descubrimiento amargo, también relacionado con la memoria: supe que Núria Pompeia padecía Alzheimer en un grado muy avanzado desde hacía años. Nunca podría volver a escribir o dibujar, ni podría volver a ser entrevistada, ni hacer apariciones públicas, ni saber de los premios y exposiciones que se le dedicaban. Nunca podría saber que su memoria pública estaba siendo recuperada porque había perdido la capacidad de recordar. Y, sin embargo, había que seguir haciéndolo.

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Fotografía de Pilar Aymerich

El pasado día 25 de diciembre, a los 85 años, Núria Pompeia falleció. Deja una obra a redescubrir, y es responsabilidad de los y las que la disfrutamos que no se olvide nunca. Descanse en paz.

Para profundizar en la obra de Núria Pompeia, recomiendo los siguientes enlaces:

Núria Pompeia. Por Marika Vila (en el blog de Autoras de Cómic)

Núria Pompeia y la revista Por Favor. Por Gerardo Vilches (en el blog de Autoras de Cómic)

Cuando dibujar es político. Historiografía y memoria de las autoras de cómic en la transición. Por Elena Masarah (En CuCo, Cuadernos de cómic n.º 5)


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