GRAF Barcelona 2018: Un balance personal

Hace exactamente una semana, la reciente edición de GRAF en Barcelona acababa de comenzar. Fue la undécima que se celebraba desde 2013, teniendo en cuenta tanto las citas de Madrid y Barcelona. En breve haremos pública la correspondiente nota de prensa con algunas cifras y una valoración corporativa, pero las buenísimas sensaciones que me dejó el fin de semana me mueven a hablar también a nivel personal.

Porque tengo que decir que GRAF ha alcanzado una entidad muy seria. No ya sólo porque se haya consolidado, tras once ediciones, sino por cómo lo recibe la gente. En esta ocasión, además, hicimos una apuesta fuerte al doblar el espacio dedicado a stands y trasladar las mesas redondas y presentaciones a un espacio cercano a la nave donde siempre se ha celebrado GRAF desde que se aloja en Fabra i Coats, y el resultado ha sido muy positivo. Poder dar cabida a más propuestas siempre ha sido una prioridad para nosotros, y en esta ocasión pudimos hacerlo. Ver ese espacio de ensueño que es la Fábrica de Creació lleno de gente pasándoselo bien, interesado por los cómics y los fanzines, comprando —sí, es importante que lo hagan, los que puedan hacerlo—, divirtiéndose en torno a este medio al que dedicamos tanto esfuerzo… emociona muchísimo. Desde la autocrítica que siempre tenemos dentro de la organización —el debate interno es constante—, también somos conscientes de que estamos aportando algo importante para mucha gente. Y eso es bonito, pero también supone una responsabilidad.

Durante tres días, se juntaron de una manera horizontal las editoriales de cómic de autor más importantes de España, un buen montón de colectivos de autoedición, artistas de todo tipo, fanzines, ilustraciones… De todo. Y de aquí salen colaboraciones, sinergias y planes nuevos. Me consta que más de un editor acude a GRAF con los ojos bien abiertos. Pero, además, supone algo más inmaterial pero seguramente no menos importante: uno sale de allí con la energía y las ganas a tope. Ganas de hacer cosas, de seguir trabajando, de estar a la altura de toda esta escena emergente y vibrante, a la que siempre se está incorporando gente nueva.

Y eso es lo que hace, que, al margen de mi implicación como parte de la organización, acuda a GRAF siempre con mi faceta de crítico bien presente. Os puedo decir que nunca he salido de allí con más material. Volví a Madrid con la maleta cargada de todo tipo de obras, porque pocas veces he visto tantas cosas interesantes. Y es importante destacar que, en un porcentaje nada desdeñable, se trata de fanzines y cómics de artistas que no conocía antes de GRAF. He descubierto a tres o cuatro jóvenes autoras interesantísimas, de las que hablaré con calma a su debido tiempo. Pero, además, en esta edición contamos con algo que a mí me parece fundamental, y uno de los grandes valores de GRAF: tuvimos expositores de hasta cuatro países diferentes. Centrala, un colectivo de edición polaco afincado en Londres, llenó su mesa de libros con una pinta tremenda, en su mayoría obras de autoras de Europa del este desconocidas aquí pero con un nivel totalmente profesional. De Chile vinieron Nauta Colecciones, Pánico Ediciones y Letra Capital, tres editoriales que están realizando una excelente labor recuperando el patrimonio olvidado de la historieta chilena, mediante reediciones y libros teóricos, pero que también editan nuevas obras de autores actuales. De Argentina nos visitaron Waicómics y Editorial Furiosa —vinculada al Festival Furioso, un encuentro de edición independiente argentina—, dos baluartes del cómic alejado de los circuitos comerciales. Tuve el privilegio de moderar una mesa redonda con los cinco colectivos, en el que pudimos conocer un poco más las respectivas escenas de Chile y Argentina. También estuvieron presentes los editores de Misma Edicions, uno de los sellos alternativos más importantes del mercado francés —son los editores allá de Simon Hanselman, y editaron un integral de Anarcoma el año pasado—. Lamentablemente, mi nivel de francés es de menos cero, así que tuve que contentarme con comprar un libro mudo.

Desde hace dos ediciones, mi papel en GRAF se centra, principalmente, en la programación de charlas, que coordino junto a Borja Crespo. De modo que la mayor parte del tiempo estuve en el espacio donde se celabraron las mesas redondas, charlas y presentaciones que programamos. Allí, dado que ahora el espacio se encuentra en otro edificio, me perdí irremediablemente parte de la actividad en la zona de expositores, pero a cambio disfruté de muchas charlas. Y moderé varias: la ya citada sobre cómic latinoamericano, otra que disfruté mucho con Bárbara Alca, Nadia Hafid, Marta Cartu y Carlos González-Boy, además de moderar el club de lectura de la biblioteca Ignasi Iglésias-Can Fabra, que GRAF aloja los vienes desde hace tres años, y que esta vez contó con la presencia de Luis Bustos. También participé como ponente en una mesa redonda sobre el cómic como recurso didáctico para la Historia, que significó mucho para mí, no sólo porque sea uno de mis campos de estudio, sino también porque compartí esa mesa con mis queridos Pepe Gálvez, David F. de Arriba y Elena Masarah. Por circunstancias que no vienen al caso, tuvimos que programarla a las 16:00 del sábado; no esperábamos demasiado público, pero finalmente se congregaron treinta personas a escucharnos hablar sobre un tema que, a priori, no parece que sea muy mediático. Pero el público del GRAF siempre resulta receptivo a la programación. Tanto es así que asistimos alucinados a un lleno total del espacio cuando más de cien personas lo abarrotaron para asistir a la presentación del fanzine Sí es la palabra más sexy, y la posterior charla sobre consentimiento sexual.

A GRAF uno va a trabajar, pero también hay muchos momentos de esparcimiento y de charlas con gente a la que normalmente me cuesta ver más de lo que me gustaría. Es el caso de compañeros de la ACDCómic como los antes citados y otros: Iván Galiano, Raúl Tudela, Marc Charles… Y los compañeros de Entrecomics, por supuesto: Pablo, Mar, Fer, Alberto, aka «Tío Berni»… La oportunidad de poder charlar sobre cómic y la vida en general con todos ellos es, para mí, una de las mejores cosas de GRAF. Gracias por esos ratos, amigos.

Uno se acuerda también de la gente que no pudo venir, de esa gente con la que me siento parte de una comunidad, y que siempre es bueno ver en estos saraos. Habrá otros GRAF, tranquilos. Y, en fin, que vuelve uno de allí con un chute de energía, de ganas y de lecturas pendientes que es lo mejor del año en lo que a tebeos respecta. Una vez que te acostumbras, no se puede pasar sin ello. Así que no me enrollo más y doy las gracias a mis compañeros y compañeras de la organización: Mireia, Borja, Iñaki, Pedro, Silvia, Juanlu y Regli. Es un placer inmenso trabajar en este equipo. Y gracias a los voluntarios y voluntarias, que año tras año crecen en número y sin los cuales sería imposible que esto funcionara. Y a todas las entidades que colaboraron con GRAF para hacerlo más fuerte y mejor. Y gracias a toda la gente que vino, que se paseó por los stands, que participó en los talleres o asistió a las charlas. Y gracias a editores, artistas y gente de buen vivir que se pasó tres días en GRAF dándolo todo y viviendo al límite. Seguimos.


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