Arsène Schrauwen, de Olivier Schrauwen.

Tengo pendiente desde hace tiempo hablar de un tebeo atípico y fascinante: Arsène Schrauwen, de, claro, Olivier Schrauwen. El autor del excelente El hombre que se dejó crecer la barba se ha embarcado en una biografía de su abuelo. Se trata de una autoedición de tirada limitada, y de momento ha aparecido la primera entrega de un total de tres, así que supongo que cuando se haya completado se recopilará en un tomo convencional y será entonces, espero, cuando alguien se anime a editarla en castellano.

Pero cuando  eso suceda no será exactamente lo mismo, porque lo primero que llama la atención de Arsène Schrauwen es su factura artesanal, lo rudimentario de la impresión, y el papel barato. Hay incluso cartelas de texto pegadas sobre las viñetas, y no hablo de un recurso previo a la impresión, sino de algo manual: están pegadas de verdad. Uno podría despegarlas y ver qué había debajo en primer lugar. ¿Serían simples erratas que corrigió, o algo más? ¿Sería la historia diferente sin esas cartelas, cambiaría nuestra percepción de la escena que acompañan? Es más: ¿y si cada ejemplar lleva pegados papelitos distintos, en diferentes lugares? ¿Y si cada uno es único? No puedo saberlo, pero el sólo hecho de plantearme estas preguntas y pensar en todas las posibilidades que tiene el recurso me alucina.

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Fuente: http://robot6.comicbookresources.com/

La manera en la que Schrauwen plantea una biografía es también totalmente novedosa. De entrada, si me dicen que un autor de vanguardia tan radical como él va a dibujar la biografía de su abuelo, ya me espero algo extraño. Porque no renuncia a la experimentación ni a su estilo rupturista y clasicista a la vez, y elabora así una biografía que rompe con todas las reglas del relato biográfico que se ha establecido como canónico en la novela gráfica desde Maus hasta acá. Se espera de un cómic biográfico un rigor histórico, una recreación de ambientes fruto de una documentación seria, un respeto al personaje biografiado y el relato de los sucesos más importantes de su vida. En lugar de eso, nos encontramos con un dibujo raro, geométrico, ya desde la segunda página que muestra el barco donde Arsène llega a la colonia, y una sucesión de acontecimientos aparentemente banales, alejados de la trascendencia que se espera del choque con un mundo nuevo y del rito de paso. Arsène, viaja en coche, Arsène se pega un baño, Arsène se prepara el desayuno. También se enamora y hace cosas importantes, pero me parece que a Schrauwen lo que le interesa es lo nimio, donde puede dar rienda suelta a su imaginación. Con tinta azul o roja, según el momento, recrea una América abstracta trazada con unas líneas simples y mínimas, en la que Arsène puede sentirse en el futuro: de hecho incluso visita una enorme maqueta de la «City of the future» donde el Schrauwen más radical se lo pasa en grande. Las figuras humanas a veces se ven reducidas a sus formas más básicas de esbozo preliminar, y otras, si son personas que Arsène no conoce aún, se representan sin rasgos faciales, como monigotes.

La ausencia de bocadillos de texto —todo se cuenta en cartuchos— le da una apariencia aún menos convencional al cómic, al igual que las tramas rudimentarias y la rotulación mecánica. Es un comic book grapado de papel chungo e impresión precaria, que parece un tebeo muy viejo, pero que en realidad es un cómic del futuro. No sé si tendrá que ver con lo que hace muy poco desarrollaba Santiago García en su blog sobre la posnovela gráfica, pero creo algo puede haber. Un deseo explícito de no limitarse al libro y dejarse llevar de vuelta a los orígenes, pero con reglas nuevas. Tan nuevas que todavía cuesta un poco entenderlas, si soy sincero. Arsène Schrauwen me ha fascinado con su toque prácticamente surrealista y sus mecanismos estéticos, pero aún no tenemos demasiados referentes para valorar la reacción ante ellos, ni siquiera fijándonos en la obra anterior del autor, que ahora mismo me parece mejor que la nueva, porque no tengo aún todas las claves para valorarla y porque lo experimental en ella podía entenderlo mejor. No sé si esta vía donde lo narrativo pasa a un segundo plano o, por lo menos, muta su naturaleza, dará mejores tebeos, pero, en realidad, lo que importa es que dará tebeos diferentes, que juzgaremos con parámetros diferentes.


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